9/2/2011
Las sociedades industriales avanzadas han entrado en un nuevo
periodo histórico cuyos rasgos más destacables, entre otros, son la
globalización de la economía, la revolución de las tecnologías de la
valores y formas de vida occidentales (Castells, 1994). En este proceso
los medios de comunicación social o mass media (prensa, radio,
televisión, ...) han jugado y juegan un papel destacado y relevante. Gran
parte de lo que son los estilos de vida, valores, modas y costumbres,
actitudes y opiniones ante los acontecimientos de nuestra realidad
(hegemónicos o predominantes en la mayoría de la ciudadanía de las
sociedades occidentales) han sido configurados, o por lo menos,
diseminados a través de los medios de comunicación.
Sin ellos no podría explicarse el incremento irrefrenable del consumo
de bienes y productos comerciales por parte de grandes masas de
población (causado, entre otros mecanismos, por el bombardeo
publicitario al que estamos sometidos); la teatralización de la actividad
pública (en la que la que los personajes del mundo político, económico,
cultural se comunican con los ciudadanos más a través de la estética
que de la ética); la imitación de patrones de vida y cosumo
norteamericano (debido a la influencia de los telefilms y películas que
nos muestran el estilo de vida de dicho país); ... Probablemente sin los
mismos también resulta difícil comprender el aumento de las posturas
antibelicistas (generadas, entre otras causas, por contemplar en los
informativos las imágenes de horror humano causadas por la guerra); la
sensibilidad y preocupación por los problemas ecológicos (al difundirse
los datos, opiniones e imágenes de los desastres medioambientales
provocados por la industrialización); la toma de conciencia feminista
(mediante las campañas publicitarias, los debates, las denuncias de las
conductas machistas); la solidaridad con el tercer mundo, etc., en
definitiva, valores postmaterialistas propios de las sociedades
industriales avanzadas o de la información.
En este tema abordaremos, en consecuencia, los rasgos más
destacables de los efectos que tienen los medios de comunicación de
masas sobre los ciudadanos, y presentaremos los argumentos,
enfoques, objetivos y oreintaciones metodológicas para formar al
alumnado como un consumidor activo y crítico de los mensajes que
transmiten los medios de comunicación
Los efectos sociales y culturales de los medios de comunicación
y sus implicaciones educativas
Las teorías de la comunicación de masas y los estudios psicológicos
sobre los efectos colectivos e individuales de los medios de
comunicación nos aportan conocimiento sobre el papel de los medios
de comunicación en el cambio cultural en las sociedades
postindustriales o de la información y cómo éstos afectan a la
configuración de las nuevas relaciones sociales, económicas, políticas y
culturales de las sociedades occidentales, del impacto que en las mismas
tienen los mass media y las nuevas tecnologías de la información, y los
efectos que los mismos tienen específicamente sobre la infancia y la
juventud (valores, pautas de conducta y consumo, actitudes y
perpección de la realidad social, ...).
Tradicionalmente los mass media han sido caracterizados como
recursos o medios transmisores de información. Ciertamente lo son,
pero para comprender su poderosa capacidad de influencia cultural,
ideológica y educativa es necesario analizarlos como tecnologías de la
comunicación que afectan a la organización social y al modo de vida
característico de las sociedades industriales avanzadas. La cantidad de
tiempo que invertimos en la interacción con los medios de
comunicación (oir la radio, leer periódicos o revistas, ir al cine, jugar
con videojuegos, ver la televisión, ...) representa cada vez más un
importante porcentaje de nuestra vida cotidiana. Y esta proporción es
todavía superior en los niños y jóvenes.
La saturación informativa. A través de los distintos medios
de comunicación de masas (prensa, radio, música, vídeojuegos, cine y
fundamentalmente a través de la televisión) recibimos tal cantidad de
información como nunca ha ocurrido en ningún periodo histórico
anterior. Información constante y permanente sobre deportes, política
local, nacional e internacional, sobre economía, sobre conflictos
sociales y laborales, sobre ciencia y tecnología, sobre el ocio, moda y
costumbres, sobre productos de consumo, etc. Nuestros jóvenes
disponen de tanta información diaria que su saturación provoca
consecuencias como las siguientes:
- la indiferencia ante el sufrimiento de los demás (p.e. el
impacto emocional de la noticia e imágenes de una tragedia -un
accidente, una guerra, un atentado, el hambre, ...- se ha
reducido debido a la presentación reiterada de las mismas),
- la incomprensión o la incapacidad de explicar cualquier
acontecimiento debido a la presentación fragmentada de los
hechos en los medios -las noticias diarias son flashes
informativos desconectados entre sí y comunicados sin
establecer sus interrelaciones con acontecimientos del pasado-,
y la percepción de que la vida, la existencia es efímera,
cambiante, relativa. Un acontecimiento es noticia durante un
día, dos o a lo sumo, una semana, pero siempre llega otro de
mayor actualidad que provoca el olvido de lo acontecido
anteriormente.
De todo esto se deriva un reto fundamental para la educación
escolar: ayudar al alumnado a integrar las noticias fragmentadas y
desconexas de los media en un discurso coherente, globalizador que
explique y justifique los acontecimientos de la realidad, que le ayude a
discernir aquellos acontecimientos triviales o secundarios de los
relevantes socialmente.
La homogenidad de las pautas de conducta cultural. Cada
vez en mayor medida nuestros jóvenes, debido a la influencia de los
medios de comunicación, tienden a la homogeneización o
universalización de las pautas y patrones de conducta cultural
independientemente de las variantes geográficas, históricas y sociales de
las comunidades a las que pertenecen. La música consumida en
discotecas o FMs,, las películas emitidas en las salas cinematográficas,
los telefilms de la televisión, las pizzerías y hamburgueserías, los cortes
de pelo, las marcas comerciales de las prendas de vestir, las actitudes y
valores ante la política, la naturaleza o la guerra, ..., son similares o
prácticamente los mismos en cualquier ciudad del mundo occidental.
La globalización de la economía mundial junto con la publicidad y la
difusión reitetariva en la televisión y el cine de mensajes con
estereotipos culturales son los responsables de este fenómeno.
La mercantilización de la cultura. La cultura ha sido
cosificada, convertida en un producto o mercancía de consumo que se
vende y se compra. Es necesario tener claro que los medios de
comunicación son ante todo una industria (con propietarios,
trabajadores, intermediarios, consumidores) de la cultura. Su peso
económico en el conjunto de la economía global de occidente está en
constante y acelerado crecimiento en el último cuarto de siglo. Los
discos y cassettes musicales, los fascículos coleccionables, los
programas de videojuegos, las películas cinematográficas y de vídeo, los
juegos y juguetes infantiles..., son objetos culturales transformados en
un producto que están sujetos a las mismas reglas y mecanismos de
producción y distribución que cualquier otra mercancía.
Son productos de consumo cuyos destinatarios son la población en
general, pero fundamentalmente la juventud y la infancia ya que
representan una audiencia con cierto poder adquisitivo y con
irrefrenables deseos de consumo. La publicidad en televisión (bien
como anuncio o como publicidad indirecta en medio de programas
televisivos) aparece ante jóvenes y niños como un gran escaparate
atractivo estéticamente, y a través del mismo se convierten en parte del
evidente que la "educación para el consumo" es una exigencia y
responsabilidad para la educación escolar y en este contexto el análisis
de la publicidad en los distintos medios de comunicación debe ocupar
un lugar prioritario.
El predominio del lenguaje audiovisual en las
comunicaciones de masas. Los medios y recursos comunican sus
mensajes mediante códigos, formas y sistemas de simbolos que cada
oyente o espectador debe decodificar para entender la información
ofrecida. El grado de dominio de las formas de expresión propias de
cada medio (el lenguaje verbal en los medios impresos, los códigos
sonoros en la música, el lenguaje audiovisual en el cine, televisión,
publicidad, ...) por parte de cada sujeto es un factor que afecta
decisivamente al grado de comprensión de los mensajes, así como a la
capacidad de "deconstrucción" y "reconstrucción" de los mismos por
la audiencia. El conocer y comprender las formas expresivas de cada
medio, el estar alfabetizados en los lenguajes diversos (verbal,
audiovisual, gestual, sonoro, ...) es una condición necesaria para ser un
consumidor consciente y activo de los productos culturales de los
media, pero es condición imprescindible para ser un emisor o productor
de mensajes mediáticos (filmar y montar un pequeño audiovisual,
fotografíar, organizar una campaña de publicidad, ...). Por el contrario,
no conocer los mecanismos y códigos específicos de cada lenguaje
expresivo, provocará que el receptor esté en inferioridad de
condiciones con respecto al emisor, por lo que será más fácilmente
manipulable. La responsabilidad de la escuela en la alfabetización de la
totalidad de lenguajes empleados en los medios de comunicación
(verbal y audiovisual fundamentalmente) es más que evidente.
Los medios de comunicación son los escenarios de la
confrontación política e ideológica. Acabamos de indicar que los
medios de comunicación no son reproductores fieles o reflejo objetivo
de la realidad. Por el contrario son una representación de la misma
elaborada por otros seres humanos. Los productores de los mensajes,
los dueños de los medios de comunicación son, consiguientemente,
sujetos con poder, con capacidad decisional para seleccionar qué parte
o segmento de la realidad será difundido por los media, así cómo el
enfoque o tratamiento a través del cuál será representado ese
acontecimiento. Dicho de otro modo, la imagen o representación que
de la realidad política, ecónomica, internacional, local o nacional
obtenemos la mayoría de los ciudadanos es aquella que los
responsables de los medios poseen y quieren comunicarnos. Por lo que
el poder de influencia, de penetración ideológica, de sutileza en la
manipulación de las conciencias, los valores, en los gustos y en las
actitudes por parte de los mass media sobre la ciudadanía es
inconmensurable. Castells (1995) afirma: "En las sociedades
democráticas desarrolladas los medios de comunicación no son el
cuarto poder, sino el espacio en el que se genera, se mantiene y se
pierde el poder". Dicho de otra forma, el ejercicio del juego
democrático del poder, el escenario de las batallas ideológicas se
desarrollan actualmente en el espacio mediático. Es la teatralización de
la vida pública a la que antes me referí. Pero el peligro no reside en este
hecho.
Ciertas empresas mediáticas (tanto en el plano internacional
como en el nacional) controlan gran parte de las informaciones
vehiculadas por los media. Esto significa que muy pocos deciden lo que
verán y oirán la gran mayoría configurando (o manipulando) por tanto
una opinión pública a favor o en contra de cualquier acontecimiento,
hecho o personaje -piénsese en la guerra del Golfo Pérsico- . El
peligro está en que ciertos mass media (es decir, que ciertas empresas
privadas propietarias de medios de gran influencia social) monopolicen
la información y opinión de la sociedad pudiendo llegar a sustituir la
voluntad política del ejercicio democrático de la ciudadanía. Comprar,
leer, ver, oir, ... en definitiva, consumir un determinado periódico,
emisora de radio o un canal televisivo no es una decisión baladí o
neutra, sino que conlleva una toma de postura, un apoyo explícito a
una determinada empresa mediática y a las posiciones ideológicas que
la misma representa. Por consiguiente la clarificación de los intereses
ideológicos, empresariales, políticos, culturales y/o ecónomicos de los
mensajes y productos ofrecidos por los medios de comunicación debe
ser una meta educativa en cuanto que éste conocimiento es necesario
para la formación del ejercicio democrático de los ciudadanos
COMUNICACIÓN EN LAS ESCUELAS
Hoy en día afirmar que los medios de comunicación social
(televisión, prensa, radio, cine, ...) ejercen una poderosa influencia
sobre los/as ciudadanos/as, que poseen un importante potencial
pedagógico que debe ser utilizado en los procesos de enseñanza y que,
por consiguiente, los mismos deben ser objeto de estudio desde los
ámbitos psicoeducativos y curriculares, es algo obvio, redundante y que
ningún agente o profesional educativo probablemente negará. Por el
contrario, lo que sí puede y debe ser discutido son las formas, los fines,
enfoques y procesos de incorporación de los medios de comunicación
o mass media a la realidad escolar. Este tema, eje o área curricular, o si se
prefiere, este ámbito de estudio pedagógico de los mass media, posee
una larga y rica tradición tanto intelectual como de práctica escolar en
distintos países occidentales (Gran Bretaña, Canadá, Australia, Suecia,
Alemania, EE.UU., Austria, ...) denominándose en el contexto
anglosajón como Media Education. Una tradución literal al español
sería "Educación para los Medios de Comunicación".
El argumento central que justifica la necesidad de que se
incorpore la educación para los medios a los curricula de Educación
Primaria y Secundaria Obligatoria se podría sintetizar en que la
institución escolar, en gran medida, educa al alumnado sin tener en
cuenta e ignorando el actual contexto social y cultural configurado por
los medios y tecnologías de la comunicación. Dicho de otro modo,
ante los efectos sociales y culturales de los medios de comunicación la
formación que el alumnado recibe en el sistema escolar de nuestro país
es casi inexistente y en muchos casos inadecuada. A continuación
presentaremos y desarrollaremos los argumentos que definen el
problema que estamos planteando y la relevancia pedagógica del
mismo. Esta argumentación la presentaremos enuciando un conjunto
de tesis.
Tesis primera:
Existe una evidente pérdida de la influencia cultural e
ideológica de la institución escolar sobre la infancia y
juventud a favor de los mass media y las nuevas
tecnologías.
Gran parte de los profesionales educativos, y también la
sociedad en general, son conscientes de que los medios de
comunicación social y especialmente la televisión tienen una poderosa
influencia en la configuración de los valores, conductas, pautas de
consumo, actitudes, configuración del lenguaje, de las modas, ..., sobre
la población en general, pero especialmente en los niños y jóvenes
(Alonso, Matilla y Vázquez, 1995). Es decir, la institución escolar está
perdiendo parte de la hegemonía que en épocas pasadas poseía sobre la
formación cultural de la infancia y la juventud. Como hemos visto en
las páginas precedentes, en la mayor parte de las sociedades del planeta,
pero especialmente en las sociedades occidentales, cada individuo
posee una cantidad ingente de información sobre el mundo como
nunca ocurrió en ninguna época histórica anterior; se están
homogeneizando las pautas y patrones culturales de los jóvenes
independientemente de las variantes geográficas, históricas y sociales de
las comunidades a las que pertenecen; existe un predominio o
hegemonía de las experiencias mediadas sobre las contingentes en la
configuración del saber, los valores e ideas de una persona; se ha
generado la necesidad y, consiguientemente, la dependencia de estas
tecnologías y medios para nuestra vida social, económica, política y
cotidiana. La escuela como institución, en este último cuarto de siglo,
ha perdido su hegemonía socializadora sobre la infancia y la juventud,
teniendo que compartirla en estos momentos con los mass media, y es
previsible que si en los próximos años no renueva profundamente su
papel social, sus metas, sus contenidos y su metología entrará en una
profunda crisis.
Tesis segunda:
La escuela actual es un avestruz que esconde la cabeza
ante la problemática sociocultural de los medios de
comunicación
Ante los datos y evidencias de los cambios culturales,
organizativos, económicos, sociales, ... que se están produciendo, y en
los que las nuevas tecnologías de la información, y más concretamente
los medios de comunicación juegan un papel fundamental ¿qué hace la
escuela?. ¿Se utiliza en la escuela todo este acerbo y cúmulo de ideas,
valores e informaciones difundidos por los medios de comunicación?
¿Se prepara a los alumnos para hacer frente a los mismos de modo tal
que pueda "digerirlos"? ¿Se incorporan a la enseñanza objetivos y
contenidos que persigan alfabetizar a los alumnos en el dominio de los
códigos de expresión audiovisuales? ¿Se educa y forma a los niños y
jóvenes como consumidores críticos de los medios de comunicación?.
Por desgracia la respuesta a estas cuestiones en gran parte de nuestras
aulas y centros educativos es negativa. Y esto es preocupante. Aquí
radica la esencia del problema que estamos identificando: la educación,
cultura y conocimientos que en estos momentos se ofertan desde el
sistema escolar están empezando a ser obsoletos y ajenos a las
experiencias y necesidades de nuestro alumnado.
La educación escolar ni en su contenido ni en su tecnología
tanto organizativa como simbólica responde a las exigencias y
características de una sociedad dominadas por la producción, difusión y
consumo de la información mediante lenguajes y tecnologías
audiovisuales e informáticas. El problema existe, y la inmensa mayoría
de los docentes, educadores, padres y madres, administradores
reconocen que sus alumnos/as, hijos/as o infancia leen pocos libros, se
interesan poco por las materias escolares, ven mucha tele, consumen
muchos videojuegos, invierten mucho tiempo en oir música, les atrae la
imagen y poco la letra escrita ... pero, ante ello, se encojen los hombros,
se critica que esta juventud es menos culta y más despreocupada que la
generación anterior, y se descalifica y culpabiliza a la televisión. Es la
política del avestruz: ante el problema, ocultar la cabeza. Como indica
J. Ferrés (1994) se reconoce desde la escuela el poder de influencia
cultural y educativa de la televisión, pero sin embargo se educa a los
niños y jóvenes como si ésta no existiera.
Tesis tercera:
Educar al alumnado para los medios es una condición
necesaria para el ejercicio consciente y autónomo de la
cultura democrática.
Entendemos que el problema hasta ahora planteado no se
resuelve solamente con la incorporación de los mass media (televisión,
radio, vídeo) y las nuevas tecnologías a las aulas como meros recursos
instrumentales de enseñanza. La búsqueda de soluciones consiste en
reflexionar y discutir sobre la formación cultural que queremos
potenciar en los alumnos y alumnas, cómo integramos esa cultura
mediática en las escuelas, cómo transformamos a los medios de
comunicación en objeto de estudio y análisis curricular y cómo
logramos que los estudiantes transfieran este conocimiento a su vida
cotidiana. El poder de los medios de comunicación y de las nuevas
tecnologías sobre la ciudadanía es abrumador. La evolución, el
desarrollo y el papel actual que juegan los mass media en nuestras
sociedades tiende a que éstos sustituyan a los ciudadanos en el ejercicio
del derecho de expresión y opinión y que a su vez, la gran mayoría de la
ciudadanía no sea consciente de dicha sustitución.
Por ello la necesidad de incorporar al curriculum una educación
o para los medios de comunicación (Masterman, 1993) debiera ser una
tarea urgente no sólo con la intencionalidad de alfabetizar al alumnado
en el dominio de los códigos y lenguajes expresivos de estos medios,
sino y sobre todo por una razón más poderosa: para formar ciudadanos
que sepan desenvolverse inteligentemente en un contexto social
mediático. De forma similar A. Pérez (1992) sugiere que la escuela debe
replantear sus funciones ante el nuevo contexto social, que entre otros
rasgos, se caracteriza por el predominio cada vez más acentuado de la
cultura audiovisual. Por ello afirma que:
"Más que transmitir información, la función educativa de la
escuela contemporánea debe orientarse a provocar la
organización racional de la información fragmentaria recibida y
la reconstrucción de las preconcepciones acríticas, formadas
por la presión reproductora del contexto social, a través de
mecanismos y medios de comunicación cada día más
poderosos y de influencia más sutil" (p.32).
Esta tendría que ser una de las funciones sociales clave de la
escuela en este final de siglo: ayudar, capacitar al alumnado, es decir, a
los ciudadanos más jóvenes a tomar conciencia del papel de los medios
en nuestra vida social; a que conozcan los mecanismos técnicos y de
En consecuencia, los principios metodológicos de la Educación para
los Medios en las escuelas serían:
1. Partir de los conocimientos, creencias y experiencias previas del
alumnado en torno a los medios de comunicación
2. Organizar y desarrollar los conocimientos sobre los medios
siguiendo un planteamiento globalizado y/o interdisciplinar de
enseñanza
3. En el proceso de enseñanza de los medios de comunicación debe
existir un desarrollo equilibrado de actividades que requieran del
alumnado el análisis/valoración de los medios (formación del
receptor) con actividades que demanden al alumnado la
elaboración de productos mediáticos propios (formación del
emisor)
4. Organizar y desarrollar de forma integrada los distintos ámbitos o
bloques de contenido que configuran el tema transversal
5. Desarrollar procesos de enseñanza multimediados
6. Desarrollar estrategias de enseñanza dirigidas a que el alumnado
elabore y construya el conocimiento sobre los medios
7. Organizar y desarrollar tareas con los medios en las que exista
equilibrio de demandas de naturaleza grupal e individual
A MODO DE CONCLUSIONES
El poder de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías
sobre la ciudadanía es abrumador. La evolución, el desarrollo y el papel
actual que juegan los mass media en nuestras sociedades tiende a que
éstos sustituyan a los ciudadanos en el ejercicio del derecho de
expresión y opinión y que a su vez, la gran mayoría de la ciudadanía no
sea consciente de dicha sustitución. Por ello la necesidad de incorporar
al curriculum una educación para los medios de comunicación debiera
ser una tarea urgente no sólo con la intencionalidad de alfabetizar al
alumnado en el dominio de los códigos y lenguajes expresivos de estos
medios, sino y sobre todo por una razón más poderosa: para formar
ciudadanos que sepan desenvolverse inteligentemente en un contexto
social mediático.
Lo importante en consecuencia, desde nuestra perspectiva, es cambiar
el tipo de educación escolar en los centros y aulas así como el modo en
que ésta se desarrolla. Un aspecto secundario, aunque relevante y
necesario para lograr lo anterior, es la incorporación de la tecnología y
lenguaje audiovisual a las prácticas escolares. El problema, por tanto,
para nosotros, no es innovar sólo sobre un elemento curricular: los
medios y recursos del curriculum. Lo prioritario es el cambio del
curriculum, de las prácticas docentes y de los procesos de enseñanza
implicados de modo tal que el tipo de educación recibida por el
alumnado en las escuelas les permita participar críticamente y
desenvolverse como ciudadanos conscientes y activos en las sociedades
informacionales, y no sean una marginados culturales en las mismas.
En definitiva el papel de la escuela, debiera ser ayudar a formar
ciudadanos más cultos, responsables y críticos ya que el conocimiento
(en este caso sobre el potencial y los mecanismos de seducción y
concienciación de los mass media y las nuevas tecnologías de la
comunicación) es una condición necesaria para el ejercicio consciente
de la libertad individual y para el desarrollo pleno de la democracia..
Por ello, la enseñanza o educación para los medios de comunicación
debiera tener como meta central el capacitar al alumnado, partiendo de
sus experiencias previas como consumidores de productos culturales
con los medios (fundamentalmente televisivos), para que sean capaces
de seleccionar los mensajes recibidos, ser críticos con los mismos,
conocer los mecanismos de producción técnica, identificar los intereses
y valores que subyacen a todo programa audiovisual y les dote de una
formación, no sólo académica, sino también cultural que les permita
aprender significativamente desde los medios de comunicación social y
no estén indefensos intelectual y culturalmente ante los mismos.
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